Io la Musica son, ch' à i dolci accenti sò far tranquillo ogni turbato core, et hor di nobil ira, et hor d' amore posso infiammar le più gelate menti.

Soy yo, la Música, quien con dulces acentos sabe apaciguar los corazones alterados y puede inflamar, de cólera o amor, los espíritus más fríos.

[La favola d'Orfeo, Claudio Monteverdi, 1607]

lunes, 24 de julio de 2017

En la proporción de doce a uno

El lector puede tener el gusto de observar que en la última de las normas necesarias para recobrar la libertad, el Emperador estipula que se me conceda una cantidad de comida y bebida suficiente para mantener a 1728 liliputienses. Algún tiempo después, habiendo preguntado a un amigo de la Corte cómo se las arreglaron para fijar una cifra tan concreta, me dijo que los matemáticos de Su Majestad, tras medir la altura de mi cuerpo usando un cuadrante y descubrir que era más grande que el suyo en la proporción de doce a uno, concluyeron por la semejanza de sus cuerpos que el mío debía contener, al menos, 1728 de los suyos y consecuentemente requeriría tanto alimento como se necesitaba para mantener el mismo número de liliputienses. Con esto puede el lector hacerse una idea del ingenio de aquella gente, así como de la prudente y escrupulosa administración de soberano tan grande.

Encontré este párrafo hace unos días leyendo el primero de los viajes de Gulliver, el que hizo a Liliput.

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